sábado, octubre 12, 2013

DÍA 8 · CREADO A SU IMAGEN Y SEMEJANZA - CESAR CASTELLANOS

DÍA 8 · CREADO A SU IMAGEN Y SEMEJANZA

DÍA 8 · CREADO A SU IMAGEN Y SEMEJANZA

titulo
reflexionar
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”. (Génesis 1:26).
Nancy Verhelst belga de 44 años apelo a la eutanasia, aunque había hecho lo que su instinto le decía; pensó que con el cambio de sexo seria como nacer a una nueva vida.
Nancy Verhelst
Pero al ver los resultados se vio como un monstruo donde prefirió la muerte legalizada, antes que soportar el tormento de verse peor de lo que ella misma imaginaba. ¿Que le afecto a esta mujer que se convirtió No en hombre, sino en algo que ella identifico como un monstruo? De niña su mama le decía: “Si tan solo fueras un niño”. Gracias a Dios la Biblia no se equivoca, Dios hizo al hombre, hombre y a la mujer, mujer. Dios, al pensar en el hombre visualizó un ser que pudiera reproducir Su carácter y Su voluntad. Dios reprodujo en nosotros Su propia gloria, tal como lo expresó el Apóstol San Pablo:“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
Dios diseñó un hombre justo, amoroso, feliz, que pudiese convivir en sociedad pero, ante todo, que pudiera disfrutar de una comunión íntima y permanente con el Creador. Y aunque Dios creó al hombre para que éste lo adorara, no quiso que él lo hiciera por obligación, sino que le otorgo voluntad propia. El hombre fue puesto en un lugar de bendición: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:8-9).
El huerto representa las bendiciones de Dios dadas al hombre para que éste las disfrute. El hombre tenía al alcance de su mano, todo tipo de bendición, sólo tenía que aceptar y gozar de todo aquello que Dios le había dado. Dos árboles sobresalían en medio del huerto: el árbol de la vida y el de la ciencia del bien y del mal. Sabemos que el árbol de la vida es un prototipo de Jesús, mientras que el árbol de la ciencia del bien y del mal, fue el medio que Dios estableció para probar el corazón del hombre.
Al haber elegido incorrectamente, el hombre perdió todos los privilegios que Dios le había dado. Sin embargo, cuatro mil años después, Dios levantó otro árbol en el monte Calvario, como el único medio de restauración entre Él y el hombre. Toda la desdicha que el hombre experimentó fue por causa de participar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero a través del árbol del Calvario, hoy el hombre tiene el derecho y la oportunidad de disfrutar la vida eterna. Le delego responsabilidad:“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15).
Era la responsabilidad del hombre labrar y guardar el huerto en el Edén. Cada hombre es como un querubín protector de su casa, y su vida de integridad le ayudará a desarrollar la habilidad espiritual para percibir cualquier cosa fuera de orden que se manifieste en la atmósfera espiritual de su hogar. Le dio la libertad de elegir. “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17). El libro de Génesis plantea que la voluntad de Dios fue crear en un ambiente perfecto al hombre perfecto y darle allí libertad; entregándole a él y a la mujer, auténticas opciones frente a las cuales la voluntad humana podía operar.
Aunque el hombre voluntariamente se salió del propósito divino, Dios preparo un plan que lo podríamos llamar operación retorno, para que aquellos quedaron distanciados de Él, sean acercados por medio de la Cruz de Jesús.
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La mejor manera de conocer el corazón de Dios es a través de Su Palabra. Mientras estudiamos las Escrituras, el Espíritu Santo trae revelación a nuestra vida, se encarga de abrir nuestro entendimiento, va quitando las vendas que nos cegaban a Su verdad.
De este modo podemos saber qué es lo que Dios quiere que hagamos; a esto se refirió el proverbista cuando dijo que hallar el propósito es hallar la vida (Proverbios 8:35).
¿Quiénes son los que logran comprenderlo? Los que cuando reciben la Palabra de Dios no dejan pasar más tiempo sino que, con diligencia, consagran su existencia a Él para recibir el conocimiento de Su Palabra.
Sin que tengamos que hacer alarde de ser personas honorables, el Señor se encarga de ponernos en un lugar de privilegio.
“Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida” (Proverbios 8:19).

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